
En el libro de “nadie me vera llorar” de Cristina Rivera podemos observar la historia de un personaje que se da el lujo de viajar a Roma en una época donde la población de México estaba siendo tratada como esclavos en las haciendas.
En muchas de las historias sobre el porfiriato se llega a saber sobre las famosas tiendas de raya en las que familias enteras eran endrogadas por generaciones al tratar de satisfacer sus necesidades más indispensables, y en algún texto que leí sobre un reportero norteamericano que vino a hacer una investigación acerca de la situación en la que vivían los mexicanos, me sorprende una parte en la que un esclavo estaba tan enfermo que al toser sacaba un pedazo de pulmón, lo cual nos habla de la insalubridad en la que vivían, de la forma en la que eran golpeados, vendidos, humillados, explotados de sol a sol, donde los trataban como animales y no como personas. Si nos vamos al otro extremo, nos encontramos a los profesionistas, gente acomodada, los científicos ya que Porfirio se rodeó de estas personas para poder hacer crecer al país, los extranjeros. Esta parte de la población era la que se dejaba ver, la que estaba en los periódicos y enorgullecían al país en ojos del mundo.
Si nos remontamos a los principios de ese siglo podemos clasificar dos partes fundamentales, una donde la población pobre se volvía más pobre, la fuerza laboral, y la mantenían escondida y la otra parte donde la gente rica se hacia más rica, abusaba de sus privilegios y la daban a conocer para dar una buena presentación del México contemporáneo y su clase. Pero ahora nos remontamos a nuestra época donde creemos que esto ha desaparecido, sin embargo hay que preguntarnos si en realidad hemos avanzado.
Autor:LUIS GARCÍA 961235
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