[La revolución, la constitución: La Revolución]

La Revolución Mexicana es la última guerra, y una de las más cruentas de que se tenga memoria en nuestro país. Maderistas, villistas, zapatistas, carrancistas, son sólo algunos de los nombres de los grupos políticos y militares más importantes de esa época; grupos que tenían intereses y objetivos muy diversos al margen de discursos e ideales políticos muy distintos.
Por un lado, los grupos con cierto poder económico se vieron beneficiados con el derrocamiento de Porfirio Díaz, sin embargo este suceso solo benefició a unos cuantos. Por otro lado y contrario a lo que se piensa, en los grupos sociales de la población media y baja se generó un gran descontento y se vislumbraba un panorama de insatisfacción tras la derrota de dicho personaje.
Debido a este malestar general de la población, miles de campesinos, artesanos, obreros, peones y demás integrantes de la clase baja, principalmente, se vieron en la penosa, pero no menos honrosa, necesidad de pelear por aquello que les habían prometido, por aquellos ideales y aquellos objetivos olvidados, es decir, por los verdaderos propósitos de la revolución, que sólo había favorecido a unos cuantos.
Es aquí donde nos preguntamos, ¿hasta qué punto está dispuesta una persona a arriesgar sus intereses, sus bienes y hasta su propia vida, siguiendo un “simple” ideal de libertad y justicia social? Si preguntamos a aquellos integrantes de los ejércitos villistas y zapatistas, la respuesta es más que obvia: hasta la muerte.
No cabe duda que la Revolución Mexicana dio muestra de ser un movimiento social radical, en el sentido de que hombres y mujeres se hallaban a disgusto con sus condiciones de vida y se vieron en la necesidad de luchar sin descanso en contra de la opresión y la injusticia, incluso a costa de sus propias vidas; hasta que vieron cumplidos sus propósitos y demandas con la Constitución promulgada en 1917.

La Revolución Mexicana es la última guerra, y una de las más cruentas de que se tenga memoria en nuestro país. Maderistas, villistas, zapatistas, carrancistas, son sólo algunos de los nombres de los grupos políticos y militares más importantes de esa época; grupos que tenían intereses y objetivos muy diversos al margen de discursos e ideales políticos muy distintos.
Por un lado, los grupos con cierto poder económico se vieron beneficiados con el derrocamiento de Porfirio Díaz, sin embargo este suceso solo benefició a unos cuantos. Por otro lado y contrario a lo que se piensa, en los grupos sociales de la población media y baja se generó un gran descontento y se vislumbraba un panorama de insatisfacción tras la derrota de dicho personaje.
Debido a este malestar general de la población, miles de campesinos, artesanos, obreros, peones y demás integrantes de la clase baja, principalmente, se vieron en la penosa, pero no menos honrosa, necesidad de pelear por aquello que les habían prometido, por aquellos ideales y aquellos objetivos olvidados, es decir, por los verdaderos propósitos de la revolución, que sólo había favorecido a unos cuantos.
Es aquí donde nos preguntamos, ¿hasta qué punto está dispuesta una persona a arriesgar sus intereses, sus bienes y hasta su propia vida, siguiendo un “simple” ideal de libertad y justicia social? Si preguntamos a aquellos integrantes de los ejércitos villistas y zapatistas, la respuesta es más que obvia: hasta la muerte.
No cabe duda que la Revolución Mexicana dio muestra de ser un movimiento social radical, en el sentido de que hombres y mujeres se hallaban a disgusto con sus condiciones de vida y se vieron en la necesidad de luchar sin descanso en contra de la opresión y la injusticia, incluso a costa de sus propias vidas; hasta que vieron cumplidos sus propósitos y demandas con la Constitución promulgada en 1917.
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